jueves, 22 de mayo de 2008

El Hip-Hop



El término hip hop llega en los ochenta para definir no sólo el rap como género musical, sino como una cultura urbana que abarca otras expresiones artísticas. La Cultura Hip-Hop se compone de cuatro modos básicos de expresión. DJing, MCing, B-Boying y Grafitti.


Hay que destacar que la conciencia de esta cultura no está en el ambiente de la musical comercial, sino en toda una sociedad que no necesariamente tiene que vender discos para ser los más destacados. Existen raperos que han ganado miles de dolares en copias vendidas sin que una sola canción de su disco sea escuchada en la radio. De la misma manera hay cantantes que son conocidos en muchos lugares siendo cantantes de carácter underground "no comercial".

La historia del hip hop

En el verano de 1975 el sur del Bronx ardía. Las autoridades de Nueva York se declararon incapaces de combatir todos los incendios, y menos aún de investigar sus orígenes. Reinaba el caos. No eran incendios de ira purificadora como los que hicieron arder Watts en 1965, Newark en 1967 o Saint Louis y media docena de ciudades más tras el asesinato de Martin Luther King en 1968. Eran incendios por abandono. Después de la Segunda Guerra Mundial, el Bronx había sido el distrito de la esperanza para las familias afroamericanas, portorriqueñas, irlandesas, italianas y judías. Pero en los años sesenta, al trasladarse la industria hacia los suburbios del norte, el valor de la propiedad se vino abajo y los blancos se marcharon, dejando una población en su mayoría pobre y de color. Los propietarios de los tugurios contrataron a malhechores para que incendiaran las construcciones desvalorizadas a fin de expulsar a sus modestos inquilinos y cobrar millones de dólares de seguros. Cabe afirmar que el hip-hop nació de las llamas.

Como explica en su canción The Message el grupo de rap Grandmaster Flash & The Furious Five, los guetos de Nueva York que alimentaron el hip-hop eran espacios dejados al abandono donde se esfumaban todos los sueños de liberación, pero fueron también espacios de renovación espiritual y creativa.

En los años veinte y treinta, cuando surgieron leyendas del jazz como Charles Mingus, un joven podía contar con compañeros y mentores, orquestas y salas para aprender a tocar un instrumento y descubrir su vocación. Pero a fines de los setenta, ese tipo de formación musical era un lujo para la mayoría de las familias. El desempleo era lo normal. Tocar un instrumento pasó a ser para las nuevas generaciones una forma alternativa de trabajo. Adaptando la tradición jamaicana de danza callejera al asfalto de Nueva York, jóvenes de color y portorriqueños conectaron ilegalmente sus sistemas de estéreo al alumbrado público, y empezó la fiesta.

Con discos de vinilo como partitura, y dos platinas, un mezclador y un amplificador como instrumentos, el Black Art resurgió en 1974-1975. En esos años, un disc-jockey (DJ) jamaicano, Kool Herc, empezó a hacerse famoso en el Bronx llenando el aire saturado de humo con breaks (rupturas de ritmo) —esa parte de un trozo musical, a menudo de apenas dos segundos, en la que el cantante se interrumpe para dejar al grupo sumergirse en el ritmo. Jugando continuamente con los breaks, disc-jockeys como Herc o Afrika Bambaataa creaban una nueva estética, que a la vez satisfacía y fastidiaba a la audiencia.

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